lunes, 17 de diciembre de 2012

Muertes prematuras

"Cuando los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, que yo sepa ninguna de las llamadas telefónicas de los que estaban a bordo fue de odio y venganza; todas fueron mensajes de amor". 


Love Actually

Hay una lápida vacía dos calles más allá de la mía. Siempre tiene flores blancas, y siempre que paso por su lado con el coche freno suavemente y la miro. Atropellaron a un crío y se dieron a la fuga. Fin de la historia. 

No me gustan los niños; son ruidosos y molestos. Pero me muero de pena cuando imagino todo lo que podría haber sido y nunca será ese niño, como otros tantos que salpican el camino como un reguero de sangre y futuro frustrado. Proyectos de personas que no llegaron a tener la oportunidad de demostrarle al mundo su valía, que tuvieron que irse porque el destino es cruel y muy injusto.

Pienso en todas las catástrofes que podrían haberse evitado. Pienso en lo mucho que me gustaría poder viajar en el tiempo y cambiar las cosas. Poder protegerles con un escudo invisible. Abrazar a la niña que se suicida porque está harta de ser perseguida por sus compañeros de instituto. Advertir al conductor de la gran carga que tendrá que soportar sobre su conciencia si prosigue con su comportamiento temerario. Enseñar al adolescente acorralado una solución que no pase por asesinar a veintisiete personas. Y así. 

Ojalá tuviera el poder de salvarlos a todos. 

martes, 11 de diciembre de 2012

Cumpleaños y preguntas

Otro año más. Otro sobre. Otra dedicatoria vacía. Y lo demás.

Y la sensación de pesar. ¿Por qué a mí? No soy la única. No soy nadie.

¿Qué debo hacer? Quizá debería mostrar gratitud. No sé cómo. No es como si pudiera presentarme allí y decir: "¡Eh! ¡Que muchas gracias por todos estos años! No te conozco, no me conoces, y sin embargo estamos unidos por algo... ¿Qué es? ¿Que me cogiste cariño una vez, cuando estaba en el limbo? Yo no hice nada para que te acuerdes de mí cada año... Todos los años. Pero gracias. Muchas gracias".

O quizá sí. Quizás es exactamente lo que debo hacer.

No sabe que da igual lo que haya en el sobre. A mí no me importa. Bien podría estar vacío, o sólo contener la dedicatoria. Es el saber que hay alguien en alguna parte que no ha necesitado conocerme para, de alguna forma, quererme.

sábado, 27 de octubre de 2012

Mutilada

¿Por qué no se lo dices? Es tan fácil como traerlo a colación, o tal vez no, mejor sacarlo de la nada, abrir la conversación, sin drama pero sin quitarle importancia. Y decírselo. Y ya está. Asunto zanjado. A ellos no les va a molestar. ¿Por qué les iba a molestar? Son tus padres, te quieren como eres. Y si eso es lo que eres, ellos lo entenderán. No te van a dejar de querer. No se van a asustar. Además, eso es algo que está absolutamente normalizado hoy en día. Ser homosexual está tan bien visto como ser hetero. No seas tan melodramática. Haces un mundo de un grano de arena. Haces que la gente más cercana a ti no te conozca. Lo fácil es no decirlo. Afróntalo. Díselo. Te van a seguir queriendo. Deja de fingir. No les ocultes quién eres.




Y una mierda.




Es muy fácil en las películas. En la tele. En la ficción. Ahí donde hay un cristal de por medio. Ahí donde, cuando acaba la cinta, la vida vuelve a la normalidad. Dicen en las noticias que han matado en Irán a un hombre por ser gay y toda la familia se escandaliza. Bárbaros. Tercer mundo. Pero luego siempre hay lugar para comentarios hirientes acerca de lo que les gusta hacer en su intimidad a Jesús Vázquez o a María del Monte. Porque, según parece, en la sociedad española, tan avanzada en su legislación en cuanto a este asunto, todavía resulta graciosa y ofensiva la homosexualidad. Todavía es motivo de chanza y de burla, de insulto fácil y desprovisto de imaginación.

Estoy hasta los mismísimos de tanta hipocresía. Cuántos no habrán dicho alguna vez que si tuvieran un hijo gay le querrían absolutamente igual que a uno que no lo fuera. Desnaturalizando al hijo. O peor, convirtiéndolo en un enfermo, en un mutilado, en un desvalido. Yo no me siento normal porque, aunque se me haya enseñado que hay que respetar a todo el mundo, en el fondo se me ha inculcado lo ridículos y antinaturales que son los homosexuales. Que somos, en realidad.

Pero es que tampoco me siento diferente. No tengo nada de raro. Me da rabia no poder ser yo plenamente dentro de mi familia. Y lo que es más angustioso, me da rabia ver cómo las demás sí pueden serlo porque tienen novios en vez de novias. Ya no por la familia, ya no por mi novia. Es por mí, por rebeldía, por la ira que tengo acumulada dentro. Es por lo injusta que es la gente. Es por la náusea que me provoca la broma fácil.

Y luego me dicen que no tenga miedo, que es mi familia.

Nunca van a entender que a las familias, en el fondo, no les gusta tener hijos mutilados.

viernes, 5 de octubre de 2012

Eraserhead

Hombre de lado y lo que parece ser un planeta de fondo. Las imágenes se entrecruzan y al 1:28 ya tienes un dolor de cabeza horrible y ganas de que se termine.

Hombre al lado de una ventana accionando una especie de palanca. Se parece al timón de un barco. El tío tiene la cara rara, como con heridas o deformada.

Nuestro protagonista camina por la calle y se mete en el portal de su casa. Esto lo hace con parsimonia y a tiempo real. Muy dinámico todo. Luego sube en el ascensor, cosa también súper amena. La vecina prostituta le avisa que ha ido una chica preguntando por él, y que le ha invitado a ir a su casa. Se mete en su apartamento y se sienta en la cama, a contemplar el radiador. La única explicación que se me ocurre es que no tiene tele. En la mesilla de noche tiene un montón de tierra y una rama seca en lo alto. También tiene un rollo raro con el armarito que se abre solo. Él lo único que hace es mirarlo todo con cara de pasmao.

Va a casa de la chica. Se sientan él, la chica y su madre en el sofá, y tiene una conversación súper corriente con la suegra: de qué trabajas, estoy de vacaciones, antes trabajaba en la fábrica, etc. Mientras hablan, a la chica le da un pequeño ataque que la madre resuelve dándole golpecitos en el pelo.

Aparece el suegro, que es un tío que antes era fontanero y que dice algo de sus rodillas. Se van a la mesa a comer. Hay pollo. El suegro le dice al chico que haga los honores y trinche el pollo. Le clava un cuchillo, y el pollo se pone a sangrar. La madre se colapsa, grita y sale del salón. La hija va detrás. Al padre todo esto le parece súper normal, y sonríe.

Tras la deliciosa velada, la madre pilla al chaval por banda y le pregunta si se ha acostado con su hija, a lo que él finalmente contesta que sí tras ser lamido en el cuello por la señora de la casa. Llega la hija, llorosa, y por lo visto es que resulta que han concebido una criatura, de la que no está segura siquiera que sea humana. Le hace casarse con ella, y se van a vivir juntos a su apartamento.

El hijo es una especie de cordero sin piel y con el cuerpo envuelto en vendas, que regurgita lo que le da su madre de comer y llora sin parar por las noches. La chica termina hasta las narices y decide pirarse a su casa, no sin antes agitar la cama en la que encuentra nuestro intrépido protagonista. El bicho deja de llorar en cuanto se va.

Por la mañana, el bicho se pone malo y le salen pústulas en la cara. Nuestro amigo quiere mucho a su criatura deforme, así que le pone el vaporizador para que se cure. El bicho llora cada vez que él hace amago de salir de casa. 

Llega la vecina prosti y se enrollan en el cráter de un volcán, delante del bebé-cordero.

A partir de aquí lo recuerdo todo menos nítido. Había una señora con los mofletes deformes en el teatro de dentro del radiador, bailando mientras pisaba unas cosas babosas que no sé muy bien si eran las tripas de la chica o fetos o qué. 

Luego el tío tiene unas alucinaciones en las que se le cae la cabeza y en su lugar aparece la cabeza de su hijo el cordero pelao. Su cabeza cae al suelo, es absorbida por un charco de sangre, y al final cae a la calle, de donde la recoge un niño, que se la lleva a una fábrica de lápices. Un señor hace varios lápices con su cabeza, escribe algo con uno de ellos en un papel, luego lo borra con la gomita de arriba del lápiz, y se supone que la virutilla del borrador es lo que queda de nuestro amado protagonista. 

También sueña (creo que lo sueña, no estoy muy segura) que le saca las tripas a su mujer y las lanza contra el armarito siniestro, dentro del cual está bailando una especie de sanguijuela muy animada.

Al final el tío decide que tiene que matar a su hijo porque la prosti vecina se ha enrollado con otro porque cuando le mira a él ve al cordero pelao. Así que le corta la venda al desdichado bebé, y se le abre el cuerpo en canal, dejando al descubierto sus órganos. Nuestro protagonista, lejos de dejarlo ahí, le apuñala con unas tijeras, mientras el pequeño cordero pelao no deja de gritar de forma lastimera.

Al final hay un cortocircuito, se le aparece la cara del cordero pelao por toda la habitación, y finalmente termina abrazado a la señora del radiador.

Fin.

Después de varios derrames cerebrales, creo que puedo hacer una crítica de la peli:

Hay que estar muy enfermo para disfrutar una mierda semejante, y hay que ser muy subnormal para pensar que algo de entre toda esa basura pueda tener algún sentido.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Femifóbica

Odio a las mujeres. Ya está. Ya lo he dicho.

Sí, ya sé que yo soy una mujer. Al menos físicamente. Puede que mi odio no tenga absolutamente ningún fundamento. Puede que sea injusto generalizar. Me da igual. Odio a las mujeres.

Muchas mujeres se quejan de que los hombres son simples. No lo son. El problema son ellas, que están locas. Como cabras. Y nunca tienen razón, aunque se les llene la boca de argumentos estúpidos. Se piensan que con una caída de pestañas tienen al mundo a sus pies, con una sonrisa más falsa que ellas y una conversación tan interesante como la que podrías tener con un objeto inanimado. No son más inteligentes que su interlocutor, pero ellas así lo creen, subestimando a su interlocutor mucho antes de siquiera atisbar a conocerlo.

No se puede trabajar con mujeres. Ni con maricas, pero ésa ya es otra historia. Son trepas, malas y harán cualquier cosa por quedar bien con el jefe sólo si lo hacen pasando por encima de ti.

Con los hombres son crueles, pero con otras mujeres son despiadadas. Mientras dos hombres desconocidos se muestran afables el uno con el otro, ellas se mirarán con recelo y odiarán en secreto a la otra. Esto es así. Si yo me hundo, tú te hundes. Si caigo pero tengo la posibilidad de ayudarte, me la guardo en el bolsillo y me siento a esperar a ver cómo caes. Y si lloras, mejor.

Son malas. No digo que los hombres sean dechados de virtud, pero no tienen (por norma) ese doble fondo tan dañino y peculiar.

Decidme (salvo casos puntuales) que no tengo razón.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Y de pronto, el invierno

Será que este año la vuelta de vacaciones ha sido por partida doble. Será que estamos a 28 y todavía no he cobrado. Será que desde hace un mes no soy capaz de distinguir los fines de semana del resto de los días. Un viernes es un lunes para mí. Será que ayer era verano en Alicante y hoy es invierno en Madrid.

Normalmente me gustan las nubes, pero no cuando mojan mis días malos. Lo convierten todo en barro y en escenas dramáticas de alguna película. Y hoy me he despertado de un sueño de muerte y con el sonido de la lluvia contra la repisa de la ventana.

Yo sólo quiero que los violines dejen de sonar. El otro día leí que la gente del norte de Europa se siente deprimida a causa del clima. Yo pensé que vaya una tontería. Pero un día malo con lluvia...

sábado, 25 de agosto de 2012

Teología

Aunque dude de todo y todos, incluso de la existencia de un Más Allá, quisiera hablar de lo que considero que es Dios. No lo que Dios debería ser, sino lo que es. 

Dios es algo incorpóreo que nos quiere a todos. No sólo a los humanos, sino a todas las criaturas, y a todas por igual. A todos los seres vivos, se muevan o no lo hagan, respiren o hagan la fotosíntesis, sean autótrofos o heterótrofos. 

Dios no es un señor mayor con barba. Es un sentimiento, y el Big Bang, y las constelaciones, y el infinito, y la esperanza, y el respeto y la sensibilidad. 

Dios no quiere que desperdicies tu vida en rituales estúpidos. Quiere que seas feliz, que sonrías, que hagas que otros se sientan bien, que no hieras a nadie y que trates a todo aquel que te rodea con respeto. Quiere que vivas y dejes vivir. 

A Dios no le importa que seas cristiano, judío, musulmán, budista o ateo. Las religiones sólo son una vía para entender su existencia, pero no hay una única y verdadera. Sé buena persona. Eso es lo que importa.

A Dios no le gusta que te odies a ti mismo. Él te hizo así, como opina la amiguita Lady Gaga. Si eres gay, sé gay. No te frustres con tu cuerpo; sólo tienes uno. Quiérete, disfrútate. Él no te va a condenar por ser como eres, pero tú puedes llegar a condenarte a ti mismo si te reprimes. El truco está en ser una buena persona. Eso es lo único que importa.

El mundo sería un lugar distinto si dejáramos de inventarnos lo que Dios quiere que hagamos e hiciéramos lo único que deberíamos hacer: cuidarnos, empezando por el medio ambiente y terminando por nosotros mismos. 

Ésa, amiguitos, sí es la verdad absoluta.

domingo, 12 de agosto de 2012

Pruebas

La sensación es la misma que aquella vez en que me subí a la montaña rusa. Quiero bajarme, necesito soltarme de este arnés que me aprieta y me asfixia, de esta atracción de feria que más bien parece un instrumento de tortura. Quiero bajarme y pisar tierra firme, y dejar lo inhóspito para los que sepan afrontarlo. Y el vacío para los que tengan la fe suficiente como para llenarlo.

No tengo fe, no tengo fuerza, y el abismo de la muerte me hace sentir una angustia atroz, tal y como sentí aquel día en la montaña rusa, cuando la sujeción bajó y el tren empezó a moverse. Sólo puedes relajarte y dejarte llevar, o gritar como una histérica hasta desmayarte y volverte loca.

Me gusta pensar que soy creyente, de una forma no católica, pero creyente al fin y al cabo. Me gusta pensar que creo en un Más Allá, sea de la forma que sea. Me gustan las historias de fantasmas y cuando algo me sale muy bien o muy mal pienso en Dios. Me aferro desesperadamente a la idea de su existencia. Pero mi cerebro es analítico hasta rozar el pesimismo. Es tan lógico que muchas veces ni siquiera necesito pensar las cosas para saber LA VERDAD. Porque lo es, sin rodeos ni medias tintas. La gran mayoría de las veces TENGO RAZÓN.

Necesito creer. Necesito una prueba de que hay algo más. Porque en el fondo sé que no lo hay.

Ojalá mi lógica se equivoque. Ojalá todo lo bonito que tengo no se pierda nunca.

lunes, 30 de julio de 2012

No es igual que al principio. Claro que no lo es. Ahora no tengo miedo de decir las cosas. Me siento tranquila, segura, firme. No sé cómo te sentirás tú, pero yo me siento mucho más yo si estás conmigo. Eres la parte vital de mí. Más que un brazo. Como una arteria o el cerebro. Si no estuvieses me quedaría como Peter Griffin cuando se queda sin huesos. Sería una especie de baba amorfa sin sustento en la vida.

Es la una y pico de la madrugada y tengo sueño, mañana tengo una entrevista y hace mucho que no me ponía tierna. Pero todo esto ya lo sabías.

Que te quiero.

domingo, 15 de julio de 2012

Breve opinión sobre la libertad de apertura comercial

A los pijos de mierda que se empeñan en sacar dando su opinión en las noticias acerca del tema y que dicen que les viene genial que las tiendas abran los domingos: idos a tomar por culo.

A los imbéciles de mierda que hablan sin saber y dicen que es una medida genial que fomentará el empleo: idos a tomar por culo.

No me creo que haya gente que trabaje de lunes a sábado de ocho de la mañana a diez de la noche. Vamos, que en el antiguo horario de apertura había tiempo más que de sobra para comprar las chorradas que ahora se os hacen tan imprescindibles.

No me creo que haya gente tan ingenua como para tragarse eso de que el nuevo régimen de horarios de chinos va a crear empleos. Vamos, no puede haber gente tan estúpida a día de hoy y viendo lo que se ve a diario en la calle. Yo sólo hablo de lo que veo: absolutamente todos los familiares que tengo que trabajan en comercio se han visto obligados a adoptar este cambio POR LA FUERZA, cambiando su día de libranza del domingo a un día de entre semana. O sea, que lo que antes era un domingo, ahora es un jodido martes. A ver cómo co*o compatibilizas una jornada completa con tu vida personal. Ya no tienen tiempo libre. Bueno, sí, un jodido martes, cuando el resto de tus conocidos están trabajando. A mí eso no me parece crear empleo, señores, no me lo parece.

Lo que creo es que los pijos de mierda que opinan desde sus jornadas de lunes a viernes de diez a dos quieren creerse estas mierdas para no sentirse culpables. Pero lo cierto es que no engañan a nadie. No va a haber contrataciones adicionales. Se va a explotar a los mismos, y se les va a pagar la misma mierda.

A tomar por culo, Esperanza Aguirre.

martes, 3 de julio de 2012

Gorrión

La noche se los lleva a todos.

Cuánto asco da la muerte. Repugnancia. No sé cómo a algunos les puede producir fascinación. Es el declive de todo lo que alguna vez fue bonito y tuvo esperanza. Una criatura que horas antes producía ternura, una vez muerta sólo produce en mí la necesidad de alejarla todo lo posible.

Se apaga la luz, y eso es lo que convierte un cuerpo en asqueroso. Deja de ser una criatura y se convierte en un traje vacío. Un disfraz. Los ojitos cerrados, apretados con fuerza. Las extremidades agarrotadas. Terrorífico.

Ahora siento que me pica todo el cuerpo. Pensar en la muerte me da miedo. Pero verla... Verla me da mucho, muchísimo asco.

jueves, 28 de junio de 2012

Lo que siempre te dicen en las películas

Eres especial. Eres importante. Persigue tus sueños. Nadie puede pisotear tus sentimientos. Naciste para ello. Lucha por ello.

Te dicen que eres especial y te lo crees. Te lo quieres creer, porque deseas sentirte diferente al resto, como si eso pudiera hacerte mejor a ellos. Y terminas por interiorizar y aceptar tu naturaleza de criatura celestial, mirando por encima del hombro en secreto a todos los que están fuera de las fronteras de tu piel.

Quería creer que era especial. Todos los demás son mediocres y yo no quiero serlo. El problema es que a veces olvido que los demás también tienen sentimientos. Y esos sentimientos, oh cruel destino, pasan por sentirse también especiales y diferentes y superiores al resto.

¿Qué es esto? ¿Una broma universal? ¿O la verdad absoluta? Nadie es especial, aunque todos crean que lo son. Por mucho que te esfuerces en ser diferente al resto, no eres más que otra criatura mediocre que lucha por no pasar desapercibida. Pero tu deseo de alcanzar la gloria es tan fuerte como el de cualquier otro.

¿Qué me pasa? Que he soñado con gloria y (some kind of) fama toda mi vida, no sé cómo ni de qué manera, y ahora que puedo empezar a vislumbrar lo que será mi futuro, me he dado cuenta de que no seré más que otra de esas personas mediocres y normales que nunca serán nadie. Y me ahogo.

¿Qué esperaba? No tengo ni la más remota idea, pero no lo que inevitablemente se me viene encima. Bueno, sí. Quería tener historias en mi cabeza, quería una máquina de construir frases y un don para juntarlo todo y hacer con ello algo que alguien quisiera leer. La cuestión no es ser rica o famosa. Quería que alguien leyese los sentimientos de Celia y se sintiera identificado con ellos. Y soñara con ella. Y deseara hablar con ella, abrazarle y decirle cosas que pudieran consolar su angustia. He soñado toda mi vida con que alguien me dijera que le gusta lo que hago, si es que hay algo que sepa hacer, y me aliente a seguir haciéndolo. Pero nadie me ha dicho nunca que destaco en X o en Y. Me da miedo no encontrarme. Me da miedo perderme en caminos que no me corresponden.

Me da miedo ser normal. Porque nada tendrá sentido. Ni la lucha, ni la angustia.

Go with the flow.

jueves, 21 de junio de 2012

Cuarto Reich

Hoy vengo demagoga. O no. A veces las teorías más absurdas son las que finalmente resultan ser ciertas. Como la de que nos iban a intervenir. Por ejemplo.

La señora Merkel es la nueva conquistadora de Europa. Hail Merkel y demás combinaziones. Enarbolando la superioridad (en este caso, quiero pensar que se trata de la superioridad económica, porque no soy demasiado aria y no quiero morir) se abre camino sin pausa pero sin prisa con una meta concreta y bastante poco sutil: hacer de Europa un gran imperio, gestionado por Alemania. De momento, la señora lo está haciendo muy pero que muy bien. Los demás mandatarios le siguen el rollo y se creen sus patrañas, como que los mediterráneos no sabemos gestionar nuestros propios recursos y necesitamos de los grandes y aguerridos bárbaros para que nos administren. Hacen caso a todo lo que dice como si las palabras que salen de su boca fuesen la verdad absoluta, la única solución a nuestros problemas de liquidez. La están encumbrando, y eso, queridos amigos, ya salió mal una vez.

Ahora quiere que, para que los países intervenidos le devolvamos el dinero, recortemos en lo accesorio; es decir: sanidad y educación. Lo prescindible, vamos. Y los mindundis que nos gobiernan oyen su excelsa voz y sabiduría sin parangón y nos escupen a la cara: "es una medida necesaria para salir de la crisis".

Recortar en sanidad es dejar morir a los ciudadanos que, cada vez más ferozmente, son expoliados a base de impuestos. Recortar en prestaciones es dejar morir a los viejos que no tienen nada. Recortar en educación es analfabetizar a los niños que no tienen un padre banquero. Es incrementar las diferencias una vez más. Construir un muro. Otro muro.

Pero a la excelsa voz de la sabiduría no se le ocurre recortar en puestos chorra (de la Santísima Administración, por supuesto) creados exclusivamente para desviar fondos hacia las mismas manos de siempre.

No se le ocurre decir "que paguen los bancos", en vez de "salvemos los bancos".

No se le ocurre sugerir que se exija una mínima formación para que los que nos gobiernen no sean paletos de estirpes añejas, siempre los mismos, desde el principio de los tiempos. Sugerir que se acabe el monopolio de la política, por ejemplo.

No se le ocurre exigir que dejemos de pagar salarios vitalicios a ladrones que no se esfuerzan por esconderse, que no tienen un mínimo de decencia, que sonríen en las fotos. Que chupan del bote como regalo a haber destruido un país, como un derecho de nacimiento o como "pensión" por haber "trabajado" durante cuatro años.

Se va mucho dinero en enriquecer a los que ya eran ricos. Y los pobres siguen pagando sus vicios. Yo no quiero el comunismo, ni mucho menos, pero sí quiero que dejemos de hacer el primo.

Esto no se soluciona escribiendo. No se soluciona twitteando. No se soluciona plantando lechugas en la Puerta del Sol. Ya sabéis lo que hay que hacer. La cuestión es: ¿hay alguien lo suficientemente valiente como para plantar cara al Cuarto Reich?

martes, 12 de junio de 2012

Ultimátum a la Tierra

Hoy, un hijo de puta sin escrúpulos ha golpeado a una trabajadora del Carrefour del centro comercial La Gavia, en Madrid, porque no le podían envolver un artículo en papel de regalo. Lo sé porque es compañera de mi madre. La ha golpeado, se ha dado la vuelta, y ha salido por la puerta sin que ni una sola persona tuviese el coraje suficiente como para detenerle y hacerle pagar por lo que ha hecho. Ha salido andando tranquilamente. Sin importarle una mierda que acababa de pegarle a una chica que, ya de entrada, esta noche no va a poder dormir. Que se va a tirar llorando lo que queda de noche, preguntándose por qué. Que esta noche se va a convertir en su pesadilla recurrente, haciendo que el trauma se vaya enquistando poco a poco en su interior.

Yo tampoco voy a dormir bien. También se me ha enquistado un poco. No entiendo cómo puede funcionar la mente de una persona que decide pegar a otra porque no hay papel de regalo. No entiendo cómo puede el resto del mundo presenciar una escena así y no hacer absolutamente nada. No entiendo por qué los vigilantes de seguridad no hacen su puñetero trabajo cuando por fin se les presenta. Que se les da de miedo pasearse pero cuando llega la hora de la verdad se hacen los suecos. Y esa pobre chica sin poder dormir. Sentada mirando al vacío. Que la estoy viendo, que soy yo, llorando en silencio porque no entiende esta mierda de mundo en el que vivimos. Que no quiere afrontar que mañana y el resto de su vida va a tener que salir de nuevo a la calle y enfrentarse con él, con este mundo de gente cruel que te golpea por cosas que no tienen el más mínimo sentido.

Que no tenemos remedio. Que el mal no tiene que ver con locura o lucidez. Está implícito en la condición de humanos.

Tengo ganas de vomitar. Y ella probablemente ya lo haya hecho.

domingo, 3 de junio de 2012

Toros o trabajo

A los vecinos de un pueblo de Cáceres se les ha ofrecido la posibilidad de votar en referéndum si quieren que la mitad del importe destinado a festejos taurinos se dedique a la creación de empleo.


Vergüenza me daría ser de ese pueblo y que democráticamente se votara por la insolidaridad y el egoísmo. Salen algunos de sus habitantes diciendo que prefieren toros porque eso de "creación de empleo" les suena poco preciso, y porque prefieren disfrutar de su fiesta antes que un vecino indeterminado se lleve el empleo.

Es que aunque fuera un simple puesto de trabajo para un desempleado señalado a dedo, es una vida que va a mejorar drásticamente gracias a la generosidad de la gente. Me resulta increíble que puedan existir dudas acerca de lo que debería votar la gente. Es lo de siempre. "Si no es para mí, no es para nadie".

Ojalá me equivoque con lo de este pueblo y todavía queden buenas personas.

domingo, 22 de abril de 2012

Orgullo del hombre que nunca se dejó achantar

Que está orgulloso de mí. Que se le cae la baba cuando habla de mí, por lo visto. Casi no me habla cuando compartimos espacio, pero parece que me idolatra en secreto o algo por el estilo.

Soy la única nieta que parece no necesitar ayuda psiquiátrica, y creo que eso le conmueve. Que no voy a terminar siendo una bailarina de bar como mi prima, un asesino en potencia como mi primo o una falsa de mierda como la otra. Mi hermana está todavía por dibujarse. Creo que me ve como una especie de esperanza de la familia. Una familia decadente de principio a fin. Una especie de Buendías pero con menos ironía y más sangre. Los Corleone españoles.

De un macarra rubio de ojos azules y una señorita maleducada venida de un colegio de monjas era lo único que se podía esperar. Pero la desgracia venía de antes. Veinte hijos de un lado y abandono y alcohol del otro. Que tenía muchos hermanos y mucha hambre. Y unas ganas de ganarse la vida trampeando al precio que fuera. Comían lo que hubiera que comer. Vivían las veinticuatro horas del día. Todos los días era domingo en un país inventado por ellos. Hay fotos que hablan más que él.

Dicen (no será él quien lo diga) que tenía un hermano que aprendió a leer solo en aquélla vorágine de posguerra embarrada. (Él no sabe, pero nunca te darías cuenta.) El hermano autodidacta. Ni siquiera sé cómo se llamaba. El caso es que ese hermano inteligente, del que él tanto se enorgullece en secreto, se murió de forma tan inesperada como inesperado fue su don, dadas las circunstancias. Dicen (él no lo dice) que fue el hermano que más le dolió al morir.

Quiero creer que su orgullo por mí es un reflejo de ese orgullo que sentía por su hermano. Como el renacer de una esperanza. Claro que de sus labios nunca saldrá una palabra sobre todo esto.

En eso nos parecemos.

Sea como sea, yo en toda su decadencia veo motivo de orgullo. El hombre que nunca se dejó achantar. Eso sí es loable. Ojalá algún día me parezca a él. Él nunca me dirá lo orgulloso que se siente de mí, y yo tampoco le diré lo mucho que le admiro. Y en eso, tristemente, también nos parecemos.

viernes, 13 de abril de 2012

De cobardes y ahogados

Dicen que hay muchos licenciados sin trabajo. Que llenan las aulas y las listas del paro. Dicen que estudiar no sirve de nada, que al final todos terminamos en el mismo sitio, sólo que algunos lo hacen cinco años después. Dicen que sin estudios no eres nadie, que nadie te quiere en su empresa sin un título, que es importante formarse. Dicen, dicen, dicen. Y todo en el mismo telediario. La bipolaridad de un país que se va a la ruina porque sus propios dueños lo están matando.

Dicen que los formados emigran, y es verdad que lo están haciendo. Nos presentan las opciones como oportunidades de vida, como alternativas apetecibles, como chucherías de sabor exquisito. No saben que a nosotros nos sienta como una expatriación. Como una patada en el culo disfrazada de palabrería.

Yo no me quiero ir. Yo quiero ver cómo el fénix renace de sus cenizas y toda esa mierda. Me gusta mi país. Me gustan la Boca del Asno, Ruiloba y las lagunas de Ruidera. Tengo lazos sentimentales muy fuertes que no podría deshacer jamás. Quisiera tener la oportunidad de quedarme y poder ayudarle, sacarle del pozo, hacerle el boca a boca y que respire de nuevo. Pero no me van a dejar.

No sé quién puede tener interés en destruir algo que para mí lo es todo, que es mi pasado entero, mi presente y futuro. Es mi substrato, vaya. Somos como plantas a las que puede resultarles letal un trasplante. Aunque haya quien diga que no. Estamos anclados a este suelo. ¿Por qué, entonces, podría querer alguien destruir su propia casa?

Hoy me he dado de boca con la idea absurda de emigrar. Por primera vez en mi vida la he considerado como una opción real. Tengo las raíces llenas de fuel. La planta se va a ahogar. Pienso en la emigración como la opción cobarde, como las ratas que abandonan el barco. Yo quiero luchar, quiero que el barco flote, ¿pero a qué precio?

Ya no me parece tan cobarde. Yo no quiero vivir ahogándome. Este país sólo podría salvarse con un golpe de Estado. Y yo cada día estoy más cabreada y asustada. No sé hasta dónde van a llegar. Ellos. Los que dicen que nos representan. No creo que el poder corrompa. Ellos ya lo estaban. No es un partido concreto, es la política en su conjunto. Es la inercia que hemos alcanzado. Como la bola de mierda que acumula un escarabajo pelotero. Cada vez más y más grande.

Me duele egoístamente. Yo sé que no nací para lo que quieren que haga. Sé que puedo hacer mucho más de lo que ellos hacen. Sé que podría hacer algo. Que ellos van a conseguir que tire mis sueños a la basura. Porque los tengo. Porque lo harán. 

Y seguirán ahogándolo, exprimiéndolo, apuñalándolo. Y a mí no me quedará otra que huir. Como una cobarde.

martes, 14 de febrero de 2012

Levin

Yo creo que mi problema es que no termino de entender el mundo. Y cuando digo "mundo" creo que en realidad me refiero a la sociedad. A la forma en que se organiza este tinglado tan enrevesado y coordinado.

Podría decir que estoy poseída por las hormonas menstruales. O que me he cabreado porque he sacado la nota más baja de mi historial académico en un examen en el que sabía lo que iba a caer. Podría decir que este año está siendo una mierda aburrida que no consigue despertar el más mínimo interés en mí. Podría decir que elegí la carrera mas inútil de todas a efectos de emigrar en el caso de que en algún momento de mi vida hubiese decidido hacerlo. Podría decir que me metí en un nido de víboras sin casco ni preparación.

Pero todo eso no sería nada mas que mierda.

Hay algo en mí que no es normal. Siempre me he sentido fuera de lugar. Da igual dónde me encuentre y con quién esté. Le echo la culpa a las pijas de algo que me ha perseguido desde el suburbio en el que vivo. No sé relacionarme correctamente. Hoy es el segundo día que se me sienta al lado una compañera, y lo único que he sido capaz de sentir cuando lo ha hecho ha sido fastidio. Para evitar que hiciéramos juntas el trayecto en metro, he salido corriendo en cuanto ha terminado la clase. No se me da mal la primera toma de contacto, pero luego no sé seguir. No sé de qué hablar. No sé intimar. Cuando miro a mi alrededor y veo lo natural que le sale a las otras personas sólo me sale sentir envidia y rencor. No es que me sienta sola o quiera tener más amigos: ya los tengo, me quieren como soy y eso demuestra que verdaderamente hay gente para todo. Será que como apenas hablo se piensan que les escucho, o algo. Pero me gustaría ser normal. Creo que el requisito fundamental para encontrar tu lugar en el mundo es encontrar tu lugar en la sociedad, y la certeza de que no sé relacionarme me lleva a considerarme en el escalafón más bajo de todo este sistema.

Realmente no sé qué quiero conseguir. No sé a dónde me lleva pensar todo esto. Pero me da igual; este es mi blog y escribo lo que quiero.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Running out of time

Lo más horrible del mundo es nacer con una gran imaginación. Verte de mil maneras distintas, imaginar el mundo tan idealizado y perfecto a pesar de sus imperfecciones, pintar la vida como si realmente algún día algo de todo lo que te inventas pudiese pasar. No digo que tener imaginación suponga vivir en un mundo de hadas, pero sí lo hace todo más psicotrópico de lo que en realidad es.

Soñaba con que un vampiro me mordería y me invitaría a sus noches eternas de teatro caníbal y autodestrucción poética. Soñaba con que hacía la maleta más pequeña y triste de todas y huía a donde se me perdía la vista. Soñaba con conversaciones que nunca llegaron, pero que siempre estarán en mi mente por lo vívidas que las imaginé. Y más. Mucho más. Como en Origen, hay mundos y más mundos en mi cabeza, siglos y siglos de recuerdos y lugares que en realidad no tuvieron lugar.

Eso es lo más triste de todo. Que un día descubres que ya no eres una niña y rompes el columpio, y te pegas el guarrazo más doloroso que ha sufrido nadie nunca. Que los sueños no son más que eso. Es como si te sacaran una costilla con las manos. Es la entrada en la realidad de la forma más brutal.

He querido hacer algo nuevo. Pero me he quedado sin tiempo. Nunca tengo tiempo porque siempre me como los minutos para hacer cosas inútiles. Y me presento un mes tarde en una página web caótica que me dice que ya no lo voy a poder hacer. Que el año que viene es mi último año y no va a poder ser.

No va a poder ser. Odio esa frase con toda mi alma. La he oído mil veces, y cuanto más la he oído más la he odiado.

Tampoco es que tenga lo que hay que tener. O lo tengo, pero no puedo demostrarlo. La maldita burocracia otra vez. Cuándo se darán cuenta de que son ellos los que están a nuestro servicio, y no al revés.

El caso es que es cierto. Ya no soy una niña, he descubierto que los vampiros no existen y ahora encima esto no va a poder ser. Que sí, que no lo he luchado cuando debería haberlo hecho, que lo mencioné una vez de pasada y no he vuelto a pensar en ello. Todo eso lo sé. Pero esta época me deprime y cuando quiero algo lo quiero YA. No estoy hecha para planificar. Y no planificar es totalmente incompatible con el mundo actual.

Y lo cierto es que lo voy a hacer. Quiera el Estado o no. Es algo que necesito. Y si no es bajo el ala de la UCM, tanto mejor.

(Mentira)

martes, 7 de febrero de 2012

Recesiones

No sé si algún día me compensará el tiempo perdido. Las sesiones de lavado de cerebro. La indiferencia que me producía al principio. El convencimiento de que no habría servido de nada. Hay páginas y más páginas llenas de frustración y de ira contra el mundo. Ahora soy más violenta pero no lloro tanto; puede que el desarraigo esté enterrado bajo capas y capas de lecciones sobre el deber. Ya no siento con la misma intensidad. He perdido fuerza, y sin embargo me clavo las uñas en las manos mucho más que antes. No discuto, pero mato con la mirada.

He aprendido a apreciar el lado bueno. Todo lo tiene, aunque al principio no lo parezca. A veces me descubro hablando fascinada sobre ello. Algo que he odiado tanto, ahora me gusta. Pero este año es distinto. Es lo mismo otra vez. Es la mentira más grande del mundo. La sumisión a algo que no existe. Teorías y más teorías sobre cosas que no son más que pura ficción literaria. 

Los ciclos, ciclos por todas partes. Como en Cien años de soledad, la vida es circular.