martes, 23 de agosto de 2011

Promesas cumplidas- Eclipse

A Bella le mola Edward, pero también le mola Jacob. Edward le pide matrimonio y ella hiperventila, pero tras chantajearla con convertirla en vampiro y acostarse con ella, al final accede. También se enrolla con Jacob, pero sólo un poquito, y todo bajo la atenta mirada de Eddy, que dice que, mientras que sea el deseo de ella, lo respetará y no le matará ni nada.

Y luego pasan cosas aleatorias para que el libro no dure medio folio por delante, como que- otra vez- los vampiros foráneos quieren matar a Bella, cosa que- por supuesto- no consiguen. Mueren todos los malos, la chica elige al que estaba claro que iba a elegir y eso es todo.

Fin del tercer libro.

jueves, 18 de agosto de 2011

JMJ

No soy una persona religiosa. De hecho, suelo dudar incluso de la existencia del alma, lo cual me provoca náuseas durante gran parte del tiempo. Pero es lo que pienso, que la conciencia se limita a lo puramente físico, y que, una vez que lo físico se acaba, todo lo que somos se evapora. Pluf. Dejamos de existir. Obviamente hay veces que la idea del Cielo, de la reencarnación o del Más Allá me puede, y experimento una serie de sentimientos que se aproximan en cierto modo a la fe, pero en ningún caso es ese tipo de fe que hace que la gente se arrodille ante estatuas o siga a pies juntillas libros escritos hace milenios.

En cualquier caso, he de reconocer que a veces siento envidia de esas personas. Todos esos que REALMENTE creen que hay alguien que vela por sus vidas, que se preocupa por sus preocupaciones y que dará cobijo a sus almas cuando sus cuerpos sucumban. Envidio su esperanza. Mi cerebro se revela contra sus creencias, pero aún así a veces desearía no ser tan terrenal.

Le pese a quien le pese, España es un Estado aconfesional. La financiación de las JMJ está totalmente cubierta debido a este hecho; esto no es China y el Estado no sólo permite, sino que promueve la religión. La ley protege la visita del Papa. No entro en si está bien utilizar el dinero de todos para organizar eventos que no a todos conciernen; lo único que digo es que la ley lo permite.

Me da rabia que no se haya explotado la afluencia de peregrinos en cuanto a potenciar su gasto. Los vales de comida y los viajes de metro me parecen injustos. Deberían pagar hoteles en vez de dormir en polideportivos. Sólo pretendo ser práctica y recaudar un poco, nada más.

Pero fuera de eso, de que vengan a lo cutre y de que posiblemente se haya gastado más de lo que se va a recaudar, no me parece bien el rechazo que están soportando por parte de ciertos colectivos. Que sí, que no nos caen bien los curas, que son todos unos pederastas violaniños y todo eso... Vendamos los tesoros del Vaticano para llevar el dinero a Somalia y que los guerrilleros que controlan el país se lo queden y gasten en armas... Porque la solución a todos los problemas de la humanidad es abrir las fronteras, que la gente monte carpas en las plazas públicas y que una cantidad ingente de vagos (matizo: patrios y foráneos) viva a costa de la mendicidad y de las subvenciones de un Estado que agoniza... Y la culpa de todo esto, de que la sociedad esté siempre al borde de la guerra civil, es sin duda de los curas. Sí, claro, de los curas que predican y dicen misas. Porque no todos los curas (¡oh, gran revelación!) son unos pedófilos, no; algunos se limitan a decir y creer lo que otras muchas personas desean oír y también creer: que hay esperanza, que hay algo más.

Eso es lo que quiere la gran mayoría de toda esa gente que colapsa la ciudad, y es lo que tiene: fe. Yo no la tengo y a veces lo desearía, para no estar siempre perdida, pero no tengo esa suerte. 

Creo que todos esos de la marcha laica deberían plantearse si quizá no hubiese sido mejor idea manifestarse frente al Congreso de los Diputados. Tal vez hubiera sido más coherente gritar a los diputados que cambien la Constitución para que este tipo de eventos no se financie con gasto público, en vez de gritar a los niños cristianos que el representante de su dios en la Tierra es un nazi. 

Dejad vuestra doble moral y quejaos donde de verdad tenéis que hacerlo. Todos queremos un cambio. Pero hay dos formas de hacerlo, y siempre elegís la que pone a uno de los bandos entre la espada y la pared.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Promesas cumplidas- Luna nueva

Bueno, sigo con los resúmenes de la saga de vampiros luminiscentes. Hoy le toca al segundo libro, Luna nueva.

Un día, de repente, Eddy deja plantada a Bella en ese pueblo de mala muerte y se pira sin dejar ni rastro. Ella pilla una depresión y se pasa la mayor parte del libro hablando del agujero que se le ha quedado en el pecho tras la ruptura con el vampiro.

En esto que está deprimida, empieza a relacionarse más con el amigo Jacob, un chaval majete que vive en una reserva india, de esas que son como zoológicos pero para las personas. Se hacen best fiends forever y todo va genial, hasta parece que ya se le ha curado el agujero en el pecho y todo, pero un día al niño se le cruzan los cables tras un gripazo y decide que ya no quiere seguir viéndola.

Otra vez la pobre Bella agarrándose las tripas para no desmoronarse como un merengue, cuando descubre que lo que le pasaba al niño indio no era que no quisiera seguir siendo su BFF, sino que acababa de descubrir que era un licántropo y no quería meter en la vida de la chica más criaturas sobrenaturales.

Al final todo se arregla con Jacob y vuelven a ser amigos, además de una creciente tensión sexual que en ningún momento es aliviada.

Por otro lado, hay varios vampiros que quieren matar a Bella por motivos estúpidos, como que su olor es agradable para los vampiros o que matarla sería una forma de vengarse de Eddy por haber matado él en el primer libro al tío chungo que a su vez la iba a matar a ella. Chorradas para hacer más interesante el personaje de Bella, en el que sin duda se ve reflejada nuestra querida Stephenie Meyer.

Al final hay un malentendido ridículo en el que Eddy, desaparecido en combate, se piensa que Bella ha muerto, por lo que decide irse a Italia, que es donde por lo visto habitan los vampiros más poderosos, los Vulturis, para que ellos le maten (ya que, por lo visto también, los vampiros no pueden suicidarse solitos). Bella va detrás en cuanto se entera, le salva, los vampiros poderosos descubren que ella es especial (tampoco es que especifiquen en qué lo es), y les dejan libres con la condición de que sus amigos los vampiros vegetarianos la conviertan en uno de los suyos.

Eddy le dice a Bella una vez que llegan a casa que no la convertirá hasta que no se case con él, vuelve a mudarse al pueblo, y ya está.

Fin.