martes, 14 de febrero de 2012

Levin

Yo creo que mi problema es que no termino de entender el mundo. Y cuando digo "mundo" creo que en realidad me refiero a la sociedad. A la forma en que se organiza este tinglado tan enrevesado y coordinado.

Podría decir que estoy poseída por las hormonas menstruales. O que me he cabreado porque he sacado la nota más baja de mi historial académico en un examen en el que sabía lo que iba a caer. Podría decir que este año está siendo una mierda aburrida que no consigue despertar el más mínimo interés en mí. Podría decir que elegí la carrera mas inútil de todas a efectos de emigrar en el caso de que en algún momento de mi vida hubiese decidido hacerlo. Podría decir que me metí en un nido de víboras sin casco ni preparación.

Pero todo eso no sería nada mas que mierda.

Hay algo en mí que no es normal. Siempre me he sentido fuera de lugar. Da igual dónde me encuentre y con quién esté. Le echo la culpa a las pijas de algo que me ha perseguido desde el suburbio en el que vivo. No sé relacionarme correctamente. Hoy es el segundo día que se me sienta al lado una compañera, y lo único que he sido capaz de sentir cuando lo ha hecho ha sido fastidio. Para evitar que hiciéramos juntas el trayecto en metro, he salido corriendo en cuanto ha terminado la clase. No se me da mal la primera toma de contacto, pero luego no sé seguir. No sé de qué hablar. No sé intimar. Cuando miro a mi alrededor y veo lo natural que le sale a las otras personas sólo me sale sentir envidia y rencor. No es que me sienta sola o quiera tener más amigos: ya los tengo, me quieren como soy y eso demuestra que verdaderamente hay gente para todo. Será que como apenas hablo se piensan que les escucho, o algo. Pero me gustaría ser normal. Creo que el requisito fundamental para encontrar tu lugar en el mundo es encontrar tu lugar en la sociedad, y la certeza de que no sé relacionarme me lleva a considerarme en el escalafón más bajo de todo este sistema.

Realmente no sé qué quiero conseguir. No sé a dónde me lleva pensar todo esto. Pero me da igual; este es mi blog y escribo lo que quiero.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Running out of time

Lo más horrible del mundo es nacer con una gran imaginación. Verte de mil maneras distintas, imaginar el mundo tan idealizado y perfecto a pesar de sus imperfecciones, pintar la vida como si realmente algún día algo de todo lo que te inventas pudiese pasar. No digo que tener imaginación suponga vivir en un mundo de hadas, pero sí lo hace todo más psicotrópico de lo que en realidad es.

Soñaba con que un vampiro me mordería y me invitaría a sus noches eternas de teatro caníbal y autodestrucción poética. Soñaba con que hacía la maleta más pequeña y triste de todas y huía a donde se me perdía la vista. Soñaba con conversaciones que nunca llegaron, pero que siempre estarán en mi mente por lo vívidas que las imaginé. Y más. Mucho más. Como en Origen, hay mundos y más mundos en mi cabeza, siglos y siglos de recuerdos y lugares que en realidad no tuvieron lugar.

Eso es lo más triste de todo. Que un día descubres que ya no eres una niña y rompes el columpio, y te pegas el guarrazo más doloroso que ha sufrido nadie nunca. Que los sueños no son más que eso. Es como si te sacaran una costilla con las manos. Es la entrada en la realidad de la forma más brutal.

He querido hacer algo nuevo. Pero me he quedado sin tiempo. Nunca tengo tiempo porque siempre me como los minutos para hacer cosas inútiles. Y me presento un mes tarde en una página web caótica que me dice que ya no lo voy a poder hacer. Que el año que viene es mi último año y no va a poder ser.

No va a poder ser. Odio esa frase con toda mi alma. La he oído mil veces, y cuanto más la he oído más la he odiado.

Tampoco es que tenga lo que hay que tener. O lo tengo, pero no puedo demostrarlo. La maldita burocracia otra vez. Cuándo se darán cuenta de que son ellos los que están a nuestro servicio, y no al revés.

El caso es que es cierto. Ya no soy una niña, he descubierto que los vampiros no existen y ahora encima esto no va a poder ser. Que sí, que no lo he luchado cuando debería haberlo hecho, que lo mencioné una vez de pasada y no he vuelto a pensar en ello. Todo eso lo sé. Pero esta época me deprime y cuando quiero algo lo quiero YA. No estoy hecha para planificar. Y no planificar es totalmente incompatible con el mundo actual.

Y lo cierto es que lo voy a hacer. Quiera el Estado o no. Es algo que necesito. Y si no es bajo el ala de la UCM, tanto mejor.

(Mentira)

martes, 7 de febrero de 2012

Recesiones

No sé si algún día me compensará el tiempo perdido. Las sesiones de lavado de cerebro. La indiferencia que me producía al principio. El convencimiento de que no habría servido de nada. Hay páginas y más páginas llenas de frustración y de ira contra el mundo. Ahora soy más violenta pero no lloro tanto; puede que el desarraigo esté enterrado bajo capas y capas de lecciones sobre el deber. Ya no siento con la misma intensidad. He perdido fuerza, y sin embargo me clavo las uñas en las manos mucho más que antes. No discuto, pero mato con la mirada.

He aprendido a apreciar el lado bueno. Todo lo tiene, aunque al principio no lo parezca. A veces me descubro hablando fascinada sobre ello. Algo que he odiado tanto, ahora me gusta. Pero este año es distinto. Es lo mismo otra vez. Es la mentira más grande del mundo. La sumisión a algo que no existe. Teorías y más teorías sobre cosas que no son más que pura ficción literaria. 

Los ciclos, ciclos por todas partes. Como en Cien años de soledad, la vida es circular.