martes, 30 de abril de 2013

Cincuenta sombras de Grey

Con motivo de la ofrenda de este año (leer la saga de Cincuenta Sombras), me dispongo a realizar una sinopsis del primer libro, "Cincuenta sombras de Grey".

La protagonista es una chica de veintipocos con un severo trastorno mental, que le hace creer que tiene alojada en su interior una diosa que hace aspavientos cuando a ella le pasa algo fuera de lo normal. La joven tiene un grave problema de complejo de inferioridad, a lo que se le suma una edad mental comprendida entre los cuatro y los seis años. Vive en un mundo esquizoide de fantasía en el que un multimillonario sadomasoquista la introduce en su secta, le compra coches, ordenadores y teléfonos móviles, además de pasearla un par de veces en helicóptero, y todo por el módico precio de dejarse dar unos azotes que ella considera traumáticos, hasta el punto de terminar su relación por esa causa.
Se deja entrever a lo largo de la historia que el tal Grey sufrió algunos traumas en su infancia, motivo por el cual ahora le gusta azotar culos ajenos. Pero, aparte de eso, el tío es guapo, millonario, toca el piano, tiene un miembro descomunal y sabe pilotar aviones. 
Me gustaría preguntarle a la autora, desde mi inexperta posición, qué considera ella por sadomasoquismo. Porque "llenarme de besos desde el cuello a la espalda" y "darme unos azotes en el trasero" es una puñetera mierda de relación sado. 
Mención aparte merece la calidad literaria de esta obra. Sólo diré que, con un "uau" más, me habría sacado los ojos.

Y ya está. Ahora a devorar los otros dos con avidez (nótese la ironía).

miércoles, 17 de abril de 2013

Q

Seis años de nada. No me gusta contar los días, pero es que no noto que el tiempo pase. Todos los días son geniales. Cada día somos mejores y nos conocemos más. Cada día me lo paso mejor contigo. Cada día tengo más ganas de compartir contigo. Y mira que no comparto con nadie.

Gracias.

Que te quiero.

(Y que esta tarde te veo, perrilla xD)

lunes, 8 de abril de 2013

RIP

Como un sueño absurdo que no acaba nunca. Una pesadilla de las de fase REM y pijama de franela. Mil quinientos familiares, todos iguales. La misma nariz aguileña que tiene, tenía él. Y ella llorando, que llora pero todavía no sabe lo que le queda. No es capaz de imaginarse lo que queda por venir.

La cafetería es lúgubre y está como excavada en la roca. Los bollos están perfectamente guardados en sus vitrinas. La tarta de manzana tiene una pinta increíble. La gente a nuestro alrededor es taciturna. ¿Y quién no en ese sitio? A la mujer que hay sentada en la barra tomando una cerveza le suena en el móvil el "Waka-Waka" de Shakira. 

No quiero verle porque nunca he visto a nadie así. Es una carcasa, no es él, no es una persona. Lo sé. No quiero entrar a la sala porque sé que es grotesco y, en el fondo, me da un poco de miedo. Han querido que estuviera descubierto, pero creo que es un error. Recordar a alguien como una carcasa amarillenta y envuelta en un sudario.

Nunca había visto uno. Lo tienen al otro lado de un cristal, y la gente que llega se acerca y se asoma, como cuando vas a mirar las serpientes a un terrario. Es una tienda de animales, un zoo, un expositor de carcasas vacías.

Intento recordar momentos alegres, pero hacía varios años que no había ninguno. No era hombre de muchas palabras. No estaba bien. Hacía varios años que se había rendido. Estaba esperando, viviendo una vida miserable y repetitiva, ahogándose en el Pantano de la Tristeza. La Parca ha sido benévola con él y se lo ha llevado sin hacer ruido, sin hacer sangre y sin hacer sufrir. Dormía. Es lo que todos deseamos. No sufrir.

Ha venido mi benefactor, y me ha hecho muchísima ilusión, y sentirme bien me ha hecho de pronto sentirme muy mal. Sonará a chorrada, pero ha sido como si le conociera de toda la vida, y lo he sentido mucho más cercano que muchos de los parientes que entraban y salían con un rictus de dolor fingido. Tiene huevos la cosa que nos hayamos conocido en estas circunstancias tan horribles, pero aún así, me alegro de haberle visto. Y espero volver a verle.

Y ya está. Esa es la crónica de mi pesadilla hecha realidad. Agridulce. Y lo dulce me sabe amargo porque en un día como hoy no debería permitirme sonreír.