miércoles, 18 de diciembre de 2013

2013

Ha sido el peor año desde que tengo memoria. He sufrido pérdida, dolor físico y psíquico, angustia, y sobre todo impotencia. Ha habido cosas que no he podido abarcar, yo que pensaba que podía controlarlo todo. He descubierto que querer no es poder. Mis dioses, magias y entes se han estampado contra la realidad.

Este año me ha enseñado que pelear no siempre conlleva victorias. Que existen las causas perdidas. Que hay momentos en que no hay alternativa.

Este año aún no ha acabado. Me repito como un mantra que son sólo unos días más, que el año nuevo renovará las corrientes de aire que nos han estado arrastrando a lo largo de estos aciagos meses. El mundo se lavará la cara y dejará de ser cruel.

Pero aún quedan algunos días.

martes, 12 de noviembre de 2013

50 sombras de posesión

"50 sombras de Grey" no trata sobre una relación sadomasoquista entre un multimillonario y una recién licenciada tímida e inexperta. No es una historia de amor. No es una novela erótica.

Es una oda al maltrato psicológico. El señor Grey se dedica a minar poco a poco la ya de por sí desgastada autoestima de la señorita Steele, que pasa de ser una joven tímida pero feliz, rodeada de unos amigos escasos pero sin duda fieles, a quedar recluida como una princesa en lo alto de su torre, aislada de todo su mundo anterior y sólo acompañada del hombre que la empujó a ese encierro.

La trilogía nos muestra a un hombre que se molesta cuando su novia habla con otras personas, que es capaz de entrometerse en mitad de una reunión familiar porque una compulsión se lo impelía, que se enfada cuando ella "desobedece" sus órdenes, y que llega a comprar la empresa en la que ella empieza a trabajar para así poder tenerla controlada. Él elige la comida y el vino que van a tomar; él decide cuándo y cómo ve a sus amigos. Convierte a Anastasia Steele en una marioneta, que todavía es capaz de pensar en lo rebelde y traviesa que es cuando hace o dice algo que a él no le gusta. Es la historia de cómo un hombre adulto convierte a su novia en una niña de diez años.

Me da miedo la cantidad de mujeres que han leído estos libros con voracidad, deseando ser ellas el objeto de deseo de semejante espécimen tóxico. La autora justifica el maltrato (no digo el sadomasoquismo, digo el MALTRATO al que somete a Steele, no en el cuarto rojo del dolor, sino fuera, en su vida cotidiana) a través del pasado lacrimógeno de Grey, cuya madre drogadicta murió a su lado cuando él tenía cuatro años, y a través del cual parece permitir los abusos, chantajes emocionales y cabreos injustificados que dirige contra la chica.

Christian Grey reduce a Anastasia Steele hasta dejarla diminuta. ¿Es eso lo que las mujeres desean? ¿Que sus vidas sean reducidas a lo que sus amantes deseen hacer con ellas? ¿Que acoten sus fronteras y les limen las uñas? ¿Quieren acaso sentirse propiedad de otras personas?

No lo entiendo.

Aparte de que el desarrollo argumental de la trilogía es tan enrevesado como el asa de un cubo. ¿Es que nadie leyó la historia antes de publicarla?

lunes, 4 de noviembre de 2013

Zombie

Estoy segura de que podría invocar al Mal más terrorífico si lo deseara con intensidad. Pero no pasa lo mismo con el Bien. Con las cosas que deseo que dejen de oprimirme el corazón. Podría hacer aparecer ante mí al mismísimo Satanás, pero jamás podré deshacerme del agujero que tengo en la garganta.

Que ando lobotomizada, con un hilillo de saliva colgando de mis labios, perdida por la vida. La ilusión se ha muerto. Está muerta dentro de mí, como los fetos que se mueren dentro de su madre.

Ojalá fuera tan fácil como en mis sueños. Sé que no es un sueño porque me he mirado al espejo y no he despertado, aunque la percepción es la misma: como si manejara mi cuerpo a través de una pantalla.

Ojalá fuera un pájaro para poder volar hasta el fin del mundo.

domingo, 13 de octubre de 2013

Crecer

¿Qué es crecer? Siento que no crezco con cada nudo en el estómago, con cada punzada de inseguridad, con cada sueño frustrado. Siento que nunca creceré, que siempre seré la niña que soñaba despierta y se acongojaba con las historias tristes. Necesito recomponerme con cada fluctuación del aire, porque no me siento en absoluto preparada para lo que la vida planea hacer de mí.

¿Qué se supone que ocurre cuando creces? Cuando miro a mi alrededor veo a un puñado de adultos con sus conversaciones de adultos y sus aspiraciones de adultos, y luego me asomo a mi patio interior y sólo veo pájaros y flores y sueños. Y me lleno de pena y me ahogo porque me da un miedo terrible no crecer jamás. No hacerme fuerte. No aprender nunca a ser como son ellos.

¿Cómo lo hacen ellos? ¿Acaso lo hacen, o les nace sin más, de forma natural, como parpadear o latir el corazón? O tal vez ellos, vosotros, los adultos, no hacéis más que fingir, igual que pretendo hacer yo, y por dentro estáis tan destrozados y aterrorizados como lo estoy yo. Y resulta que estamos todos engañándonos y ocultando nuestra sensibilidad porque a alguien una vez se le ocurrió que tal vez sería buena idea asesinar su imaginación.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Espera

Hoy he visto un vídeo que me ha trastornado. Pongo el link por si alguien quiere saber de qué hablo, aunque advierto que su contenido es enfermizo.

Se siente el pánico, el pavor de la chica, su instinto natural de supervivencia al responder sin reservas a todas las preguntas que se le hacen. La voz le tiembla, se siente fuera de sí, y tiene hojas en el pelo. Ya no es una persona, no para ellos. Está muerta antes siquiera de estarlo. Cuando el interrogatorio se prolonga ella intenta hacerles comprender que no hizo nada malo, que la obligaron, que no es su culpa. Un rayo de esperanza cruza su mente mientras se justifica. Piensa que quizá les convenza, que quizá se apiadarán de ella y la dejarán marchar. Tal vez incluso comprendan por lo que pasó y sientan empatía. Pero ellos no sienten. Estaba muerta antes de estarlo. No es una persona.

Lo peor es la espera. Son las palabras que brotan a borbotones, como su sangre. Los minutos previos. Lo peor es saberse muerta antes de estarlo. Y a la vez, esa estúpida esperanza de que los iba a convencer.

Lo peor es el grito que precede al movimiento más cruel del mundo. La total y absoluta falta de piedad.

La muerte innecesaria. Injusta. Y la humanidad condenada.

jueves, 20 de junio de 2013

Tony cruza el umbral

El final de una historia siempre es amargo. Libros o series que has seguido desde el principio, que has visto evolucionar, crecer, esconder y mostrar. Historias que te han llevado de la mano por su argumento y te han enseñado sus habitaciones. Secretos y misterios que, poco a poco, se van desvelando, enriqueciendo nuestros sueños. Personajes que se abren de par en par, que demuestran que la vulnerabilidad existe hasta en los hombres más robustos.

Con "Los Soprano" fue como meterme poco a poco en sus vidas. Me metí en su casa, en sus cabezas, en sus líos y en sus alianzas. Me fascinaban las sesiones de terapia, y cómo Tony podía ser un día un asesino sin escrúpulos y al siguiente un amante criador de patos. Vi crecer a sus hijos, zozobrar su matrimonio y temí por su vida constantemente. Los sueños de Tony, cargados de remordimientos y un terrible miedo a la muerte, me hacían pensar en mi propio miedo. 

Me metí en sus vidas, y un día la serie acabó. Cuando las historias acaban, más que pesar por su final, lo que sentimos (al menos, lo que siento yo) es una terrible decepción con la realidad. Es salir de un mundo mágico y dinámico y darte en la boca con la rutina. 

Cuando la música dejó de sonar, me sentí vacía. 

Y hoy, al saber que para James Gandolfini no habrá más música, he sentido el vacío y el golpe con la realidad de nuevo.

Otra historia que se acaba.

martes, 30 de abril de 2013

Cincuenta sombras de Grey

Con motivo de la ofrenda de este año (leer la saga de Cincuenta Sombras), me dispongo a realizar una sinopsis del primer libro, "Cincuenta sombras de Grey".

La protagonista es una chica de veintipocos con un severo trastorno mental, que le hace creer que tiene alojada en su interior una diosa que hace aspavientos cuando a ella le pasa algo fuera de lo normal. La joven tiene un grave problema de complejo de inferioridad, a lo que se le suma una edad mental comprendida entre los cuatro y los seis años. Vive en un mundo esquizoide de fantasía en el que un multimillonario sadomasoquista la introduce en su secta, le compra coches, ordenadores y teléfonos móviles, además de pasearla un par de veces en helicóptero, y todo por el módico precio de dejarse dar unos azotes que ella considera traumáticos, hasta el punto de terminar su relación por esa causa.
Se deja entrever a lo largo de la historia que el tal Grey sufrió algunos traumas en su infancia, motivo por el cual ahora le gusta azotar culos ajenos. Pero, aparte de eso, el tío es guapo, millonario, toca el piano, tiene un miembro descomunal y sabe pilotar aviones. 
Me gustaría preguntarle a la autora, desde mi inexperta posición, qué considera ella por sadomasoquismo. Porque "llenarme de besos desde el cuello a la espalda" y "darme unos azotes en el trasero" es una puñetera mierda de relación sado. 
Mención aparte merece la calidad literaria de esta obra. Sólo diré que, con un "uau" más, me habría sacado los ojos.

Y ya está. Ahora a devorar los otros dos con avidez (nótese la ironía).

miércoles, 17 de abril de 2013

Q

Seis años de nada. No me gusta contar los días, pero es que no noto que el tiempo pase. Todos los días son geniales. Cada día somos mejores y nos conocemos más. Cada día me lo paso mejor contigo. Cada día tengo más ganas de compartir contigo. Y mira que no comparto con nadie.

Gracias.

Que te quiero.

(Y que esta tarde te veo, perrilla xD)

lunes, 8 de abril de 2013

RIP

Como un sueño absurdo que no acaba nunca. Una pesadilla de las de fase REM y pijama de franela. Mil quinientos familiares, todos iguales. La misma nariz aguileña que tiene, tenía él. Y ella llorando, que llora pero todavía no sabe lo que le queda. No es capaz de imaginarse lo que queda por venir.

La cafetería es lúgubre y está como excavada en la roca. Los bollos están perfectamente guardados en sus vitrinas. La tarta de manzana tiene una pinta increíble. La gente a nuestro alrededor es taciturna. ¿Y quién no en ese sitio? A la mujer que hay sentada en la barra tomando una cerveza le suena en el móvil el "Waka-Waka" de Shakira. 

No quiero verle porque nunca he visto a nadie así. Es una carcasa, no es él, no es una persona. Lo sé. No quiero entrar a la sala porque sé que es grotesco y, en el fondo, me da un poco de miedo. Han querido que estuviera descubierto, pero creo que es un error. Recordar a alguien como una carcasa amarillenta y envuelta en un sudario.

Nunca había visto uno. Lo tienen al otro lado de un cristal, y la gente que llega se acerca y se asoma, como cuando vas a mirar las serpientes a un terrario. Es una tienda de animales, un zoo, un expositor de carcasas vacías.

Intento recordar momentos alegres, pero hacía varios años que no había ninguno. No era hombre de muchas palabras. No estaba bien. Hacía varios años que se había rendido. Estaba esperando, viviendo una vida miserable y repetitiva, ahogándose en el Pantano de la Tristeza. La Parca ha sido benévola con él y se lo ha llevado sin hacer ruido, sin hacer sangre y sin hacer sufrir. Dormía. Es lo que todos deseamos. No sufrir.

Ha venido mi benefactor, y me ha hecho muchísima ilusión, y sentirme bien me ha hecho de pronto sentirme muy mal. Sonará a chorrada, pero ha sido como si le conociera de toda la vida, y lo he sentido mucho más cercano que muchos de los parientes que entraban y salían con un rictus de dolor fingido. Tiene huevos la cosa que nos hayamos conocido en estas circunstancias tan horribles, pero aún así, me alegro de haberle visto. Y espero volver a verle.

Y ya está. Esa es la crónica de mi pesadilla hecha realidad. Agridulce. Y lo dulce me sabe amargo porque en un día como hoy no debería permitirme sonreír. 

viernes, 15 de febrero de 2013

De finales, meteoritos y conspiraciones

Hoy, un meteorito va a pasar muy cerca de la Tierra. Otra vez. La noticia ha dado pie a que todo tipo de teorías apocalípticas se destapen de nuevo. Otra vez. El final de los dinosaurios, el Evento de Tunguska, el fin del mundo vaticinado por los mayas. Las mentes vulnerables a estos sucesos, como la mía, no dan abasto últimamente con tanta extinción.

Me aterran estas cosas. Quiero creer que soy una persona racional, pero en el fondo sigo siendo la niña asustada que se encerraba en su cuarto a buscar en la enciclopedia para no temer lo que hay en el espacio.

Me aterra y me obsesiona. Pero aunque fuera a caer, y aunque fuera a matarnos a todos, ¿qué otra cosa podría hacer, aparte de aterrarme y obsesionarme? No hay una plaza en un búnker del Estado para mí. No puedo esconderme en un armario y esperar a que todo pase. Ante este tipo de acontecimientos, no hay lugar al que huir. ¿Qué hacer, pues? Seguir normal.

De todas formas siempre he sido de las que piensa que, si un cataclismo de tal magnitud se produjera, nadie nos lo diría. ¿Para qué? Un fin del mundo sin caos es un poco menos fin del mundo. Pienso que un día, cuando menos lo esperemos, y sin que nos dé tiempo siquiera a darnos cuenta, una ráfaga de luz muy fuerte nos alcanzará y todo habrá acabado.

Siempre lo he dicho. Yo voy a vivir el fin del mundo. De una forma o de otra.

Porque yo soy el mundo.

martes, 12 de febrero de 2013

Derechos naturales

Vean el vídeo.


Me avergüenzo profundamente de haber votado a UPyD. Ríanse todo lo que quieran, díganme que todo esto se veía venir desde lejos. Me dejé llevar por mi tendencia al modelo económico liberal y mi repulsa a los partidos conocidos. Pero de verdad que nunca, jamás, se me hubiera ocurrido votarles si hubiera sabido ESTO.

Me avergüenza que aún haya personas que piensen que los animales son criaturas sin razón, libre albedrío ni sentimientos más allá del dolor físico. Que nuestra especie haya conseguido imponerse a las demás no significa que nosotros poseamos una razón divina, y mucho menos convierte al resto de seres en algo parecido a robots incapaces de decidir por sí mismos. Muy al contrario. Los seres humanos hemos demostrado ser despiadados, egoístas y absolutamente egocéntricos. Y sí, como carne. Y sí, como animales. Suelo pensar en cómo sería el animal antes de cocinarlo y comérmelo. Soy un animal omnívoro, mi cuerpo me pide ciertas proteínas. Pero eso no me sirve de excusa para maltratar a mis hermanos, porque lo son. Mis iguales, mis antepasados. No necesito escudarme en la creencia estúpida de que los animales no tienen alma para poder apaciguar mi sentimiento de culpabilidad cuando me como un filete. Sé que la tienen. Cada uno de ellos. Y el torero lo sabe cuando el toro le mira desde el fondo de sus ojazos negros y le pide por favor que le deje en paz.

Los animales tienen derechos. Claro que los tienen. Pero no están escritos en leyes humanas, en leyes injustas que los menosprecian y tratan como a objetos. Los animales no son un medio, son un fin. Son una entidad independiente, no un utensilio puesto en nuestro camino para que hagamos uso de él. No estamos por encima, estamos a la misma altura.

Tienen tanto que enseñarnos... y nosotros tan poco que ellos puedan aprender. El señor Cantó piensa que porque no pueden hablar no podemos comunicarnos. Él no podría comunicarse ni aunque hablara a gritos en medio del bosque. Dice que maltratar animales dañaría nuestra humanidad, sin importarle cómo se sientan los animales a los que herimos. Pero mi humanidad la hieren personas como él.

Somos nosotros quienes no tenemos alma. Y ese señor está podrido por dentro.

sábado, 12 de enero de 2013

Sueños premonitorios

A veces, no siempre, tengo sueños premonitorios. 

Sueño mucho. Muchísimo. Y siempre recuerdo lo que sueño. Hay colores, olores, caras, sentimientos y dolor. Hay muchísimo dolor en mis sueños. De ese que se aloja en el pecho y baja hasta el estómago. De ese que perdura a lo largo del día consciente.

O todo lo consciente que estoy yo. Que a veces confundo realidad con sueños. Puede que por lo reales que son. O por lo dolorosos.

Soñé que volvían, todos y cada uno de ellos. Todos los que han vuelto. Personas que no volverían ni por asomo. Que habían desaparecido para siempre. Y de pronto los sueño, y vuelven, y todo vuelve a ser como antes. 

A veces fantaseo con que puedo manejar mis sueños. A veces lo consigo. A veces me despierto, siento la angustia y vuelvo a ellos. Y retomo la aventura justo donde la dejé al despertar. 

Pero no puedo manejar la realidad. Ojalá descubriera la forma de atarla y desdoblarla, coserla y cortarla, para que se amolde a mí. Una vez, y sólo una vez, lo conseguí. 

A veces miro a la Luna y ella me dice que puedo hacer cualquier cosa. Pero estoy demasiado atada a la realidad. 

Menos mal que todavía me quedan mis sueños.