jueves, 12 de mayo de 2011

El profesor de la Muerte

Hay crímenes más asquerosos que otros. Hay muertes merecidas, muertes indiferentes, y muertes que dan rabia y asco a partes iguales. Hay gente que merece su suerte. Y gente que no podrá ser vengada jamás.

Supongo que Antonio es un nombre falso. Da igual si no lo es. Es un nombre muy común. Antonio tenía 75 años y vivía en en edificio en ruinas. Dormía en un colchón de gomaespuma y comía sobras de un puchero. Era un viejo vagabundo. Un día, dos asesinos en potencia entraron en la finca abandonada y le agredieron, humillaron, lanzaron por el balcón y después prendieron fuego. Se fueron, transformados en asesinos reales.

No hay sentencia en este país capaz de mitigar el daño que hicieron. No sólo al pobre Antonio, sino también a la especie humana. Gentuza como ellos hace que cada día me avergüence más de ser una persona y no un animal.

La razón de la agresión es bien simple: la vida de Antonio era rastrera y miserable, era motivo de burla, y era el justificante de cada puñetazo, patada y golpe que le propinaron. Para esos dos asesinos, Antonio no era una persona, era una alimaña, por lo tanto, su vida no valía nada. Habrían hecho lo mismo con un gato o con un contenedor de basura.

Si hay algo que dé más asco que vivir en una sociedad de la que forman parte asesinos inconscientes como ellos, es comprender sus mentes y el por qué de sus actos. Ojalá no hubiera una justificación para tanta depravación y simplemente estuvieran locos.

2 comentarios:

  1. ¿Y no crees que están locos, Zurda? ¿No crees que esa depravación no es sana? Sé que la gente en manada puede hacer animaladas, soltar sus peores instintos amparado en el anonimato de la masa, pero ¿no es esa una forma de locura, algo que nos despoja de la condición de humanos?
    Joder, qué tema más feo, disculpa la perorata, pero es que me has "tocao".
    Un beso.

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  2. Creo que, psicológicamente al menos, están en su sano juicio. Eso es lo que da miedo, que son personas tan absolutamente normales como nosotros. Sus conceptos de qué es lo que merece respeto difieren de los nuestros, pero eso no significa que estén locos. Sólo que no valoran que lo que tienen delante no es un despojo, sino una vida humana.

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